Hemos vuelto a la normalidad, pero sin trabajo. La nueva normalidad consiste para mí en llevar máscara por la calle.
La nueva normalidad está llena de saludos raros, de " bueno ¿qué?¿Nos abrazamos?". El otro día mi madre me desnudo al entrar en casa. Toda precaución es poca y , más para ella, bregando con la muerte todo el día. Parece que se ha acostumbrado a dejarla en el umbral. Pasen de uno en uno. A ti no te toca aún. Y ahí me imagino a la muerte en la puerta de la habitación del hospital donde trabaja, esperando paciente a que le den paso o ahi, en la puerta de casa , decepcionada al ver cómo me desinfecta mamá.
Le pedí permiso para darle un abrazo. Llevábamos tres meses sin vernos y debatimos largo y tendido la necesidad de un abrazo y un beso. Me siento desquerido ma, son tres meses. Joer. Nadie me ha dado un beso en tres meses Joe...
La gente ha aprendido a dar pena durante esta cuarentena. Hay auténticos profesionales. Los mejores están a las entradas de los supermercados
. Yo no podía ser menos. Ya no sé ni si llamarlo así o no. Simplemente la nueva normalidad está llena de anormalidades.
Pero hay brotes verdes. Los niños de la Elvira vuelven a dar palos. Hoy he leído en el periódico que se espera que 58 vuelos aterricen la semana que viene enaen el aeropuerto. El otro día acabé en la Estrella, la gente fumaba, ahí con el techo a un palmo de sus cabezas, codo con codo con el siguiente fumador. Algún atrevido meneaba la cadera dislocado. En los lugares sin pista de baile es imposible prohibir el baile.
Hoy he vuelto a casa de mi madre. Llevaba sin verla un al menos un mes, pero hoy , si que me abrazó. Me desnudó, desinfectó y abrazó. La muerte estaba igual, en el umbral de la puerta. Parecía triste por no entrar, aunque tenía una sonrisa burlona. Mientras cerraba la puerta, alzó el brazo, dejando ver su huesuda muñeca por debajo de la túnica. Allí estaba marcado el señor bigotudo, el inconfundible sello de la booga. Con razón estaba tan contenta, con razón los niños de la Elvira vuelven a dar palos, con razón me abraza mi madre y vuelven los vuelos. Tenemos discoteca abierta en Granada...
Hace mucho tiempo , en un país lejano , comenzó un virus a comerse los rostros de la gente . Nadie sabía cúal era la causa, de dónde venía el virus , ni cúal era la cura . Al poco tiempo el virus mutó y se comió también las manos de la gente . Ante la vergüenza de verse mutilados , los habitantes de aquel lejano país empezaron a confinarse en casa. Temían salir a la calle. Ansiaban que llegase la tan esperada cura que les devolviese manos y caras y mientras tanto escribieron este diario.
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