La niña más guapa del mundo estaba cansada. El ajetreo veraniego, los posados en la playa, las entrevistas para las revistas de moda, los flash en las televisiones, las apariciones en los platos de salsa rosa, la habían extenuado hasta límites insospechados.
Ya no tenía 20 años, acababa de cumplir 30 y empezaba a notar que cada vez le costaba más seguir ese vertiginoso tren de vida. Pero ella quería estar en la cima, quería seguir siendo la niñas más guapa del mundo, quería seguir arrasando en las redes, quería que sus posados fuesen los más comentados, quería ser la más cotizada por todos los jeques árabes del mundo y quería seguir siendo la invitada de lujo a todas las fiestas organizadas por los cabezas de los carteles más importantes del mundo. Ella quería seguir siendo la niña más guapa del mundo. Pero para seguir en la cima tenía que pagar un precio. Hacía tiempo que había vendido su cuerpo y su alma, hacía tiempo que se había puesto en contacto con los mejores cirujanos del mundo para que, a través de tratamientos con células madres, un par de cortes, un par de injertos prácticamente imperceptibles al ojo humano, mantuviesen sus carnes en perfecta armonía, desafiando a la gravedad más allá de lo natural para una persona que entraba en la treintena.
Y ahora, al borde de un colapso, en pleno verano, había decidido dar un paso más allá y aventurarse en el tenebroso mundo del oscurantismo. Había contactado con una bruja de las Alpujarras que le recomendó hacerse una limpieza espiritual en una casa de campo que ella tenía en el pueblo de Busquístar. Allí se fue la niña más guapa del mundo. La bruja le hizo beber un té purificador, le metío en una sauna donde sudó todas sus toxinas, le bañó en agua de un manantial de azufre, le hizo beber agua de la fuente agria de Pórtugos y le dio a comer una tortilla de ortigas. A media tarde le obligó a sentarse desnuda sobre el césped, debajo de una higuera. La bruja se quedó contemplando su cuerpo desnudo. Era realmente bella, realmente la más bella del mundo. Ante el cuerpo desnudo de la niña, sus ojos grises, su piel morena, su pelo ondulado, la bruja sintió un deseo irresistible de poseerla y entonces, todos esos menjunjes injeridos a lo largo del día, surtieron efecto.
La niña más guapa del mundo empezó a vomitar violentamente. La purga era tremenda y pronto se levantó para ir al baño. Tras pasar un buen rato ahí volvió, por indicación de la bruja, a su huequito bajo la higuera, donde pronto las convulsiones volvieron a hacerle vomitar. Se sacudió violentamente en el suelo, dio una vuelta , otra, le dolía todo y entonces la bruja le dio otro té: "Tomate esto cariño. Te hará bien. Te aliviará el dolor" . A pesar de todo lo sufrido por culpa de la bruja accedió a beberse aquel té y en cinco minutos roncaba sonoramente, tendida sobre la hierba, tumbada bajo la higuera. Fue entonces cuando las hormigas salieron de su hormiguero. Mientras, la bruja , en trance, ojos en blanco , brazos en alto, entonaba un canto mántrico que se dejaba oír abajo en el valle. La higuera se estremecía al viento, la luna jugaba con el sol del atardecer y las hormigas empezaron a cargar el cuerpo de la niña sobre sus hombros. La carga era enorme, monstruosa para las pobres hormigas, pero ellas eran millones. Un ejercito entero de hormigas empezó a mover el cuerpo de la niña más guapa del mundo de camino a un diminuto agujero bajo la higuera, adentrándose en las entrañas de la tierra.
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La niña más guapa del mundo estaba en una fiesta. Había sido invitada por un político murciano del partido más popular de España. El susodicho político estaba metido en mil y un negocios, entre ellos varios de dudosa legalidad y sus fiestas veraniegas eran conocidas por toda la alta sociedad de los paraísos fiscales, todos los traficantes de armas del este de Europa afincados en Marbella, Cartagena, y las Baleares así como los gitanicos de La Línea dedicados al tráfico. Había igualmente músicos de éxito internacional, futbolistas, toreros, gentes de esas que tienen una lista tal de apellidos que no cabe en un DNI convencional, varios nobles de España e incluso un rey emérito. Las invitadas que se dedicaban al faranduleo, la televisión, la moda, el origami y el instagram acudían a estas fiestas a sabiendas que era el mejor momento de encontrar a un buen padrino que les financiase su carrera. Muchas veces con chupársela a un gordo árabe en el cuarto de baño de un yate anclado frente a la casa, era suficiente para veinte años de fama y apariciones periódicas en todas las televisiones mundiales. La niña más guapa del mundo había pasado por el regazo de la mitad de los invitados y todos la tenían en la más alta estima. Ella, a estas alturas, si se metía en el baño con alguien era por decisión propia y no por necesidad. Ya no iba a estas fiestas por trabajo sino por disfrute y allí, aquel verano, había ido a pasárselo bien.
Nada más entrar se había fijado en él. Él, era un joven trapero de apenas veinte años que estaba arrasando en todas las listas de los países hispanohablantes y que estaba preparando el salto al mundillo anglosajón nada más y nada menos que de la mano de Enrique Iglesias. En el mundo del faranduleo todo el mundo sabía que si querías cantar con Enrique Iglesias, antes tenías que pasarte por la piedra a su esposa Anna Kournikova, mientras el cantante internacional, miraba y te tiraba dardos en el culo. El problema del asunto es que le gustaba usar dardos con la punta de acero. La niña más guapa del mundo sintió, de repente una curiosidad enorme por saber cual sería el estado del culo y los testículos del trapero tras el encuentro con Enrique Iglesias y, sin dudarlo, se dispuso a preguntárselo. El trapero vestía botines de baloncesto y medias altas, unas bermudas cortas que dejaban asomar los bolsillos por debajo del dobladillo y una camiseta de tirantes que dejaba a la vista sus huesudos brazos llenos de tatuajes. Tenía incontables tatuajes de bigotes. Parecía un póster de una barbería y, él mismo, llevaba un bigotito fino a modo de mêtre de restaurante francés de lo más ridículo.
La conversación con el trapero era la mar de divertida, pronto se retiraron a un lugar más privado, con vistas al mar y pidieron a uno de los chicos del catering que les sirviesen unas copas de champan aderezadas con eme. Los dos brindaron ante el sol de poniente. La luna asomaba también brillando tenuemente iluminada por el sol y, a lo lejos, sobre el romper de las olas se escuchaba el quejido mántrico de la bruja de las Alpujarras.
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Una vez en el interior de la tierra el ejercito de hormigas dispuso el cuerpo inerte de la niña más guapa del mundo sobre un montón de hojas de higuera secas. Allá en el lecho la hicieron reposar y, una vez la tenían adecuadamente tumbada, con las piernas minimamente abiertas y los brazos extendidos a lo largo del cuerpo, hicieron sonar las trompas. El sonido de estas inundó la caverna y, a los pocos segundos, una tenue luz se hizo visible al final de un túnel que quedaba al fondo. La luz fue avanzando y al llegar a la caverna todas las cabezas se volvieron en su dirección. Un murmullo recorrió la sala y el millón de hormigas que habían llevado a la niña más guapa del mundo hasta la caverna se arrodillaron de repente. Es una visión la mar de curiosa esa de ver millones de hormigas arrodilladas ante su reina.
La reina hormiga era enorme. Casi del tamaño de un Yorkshire adulto y tenía unas fauces terribles. Capaces de triturar a la niña fácilmente. Alzó una pata hacia sus súbditos y estos se incorporaron en posición de escucha.
- Queridos súbditos. - dijo en el idioma de las hormigas- Os he reunido aquí a todos para que veáis como yo : Wendalin III, reina del hormiguero bajo la higuera , ¡¡¡me follo a la niña más guapa del mundo !!!
Los súbditos de Wendalin prorrumpieron en un vertiginoso aplauso e hicieron chascar sus bocas a modo de aprobación.
- Desde el momento en que cayó en la papelera de al lado de la higuera aquella revista, con la imagen de la niña más guapa del mundo, quise traerla aquí , hacerle participe de nuestro progreso y follarmela bestialmente. Ahora , por fin, ese momento a llegado- nuevos chasquidos de aprobación-. Si bien , he tenido que hacer un gran sacrificio, he tenido que cambiar de sexo.
Ese anuncio causó estupor en la audiencia. Las hormigas soldado se miraban unas a otras, sin entender muy bien como era posible que su reina hubiese cambiado de sexo. Había una cuestión que rondaba la cabeza de todas, qué iba a ser del hormiguero ahora, cómo iban a generar vástagos para seguir existiendo, era ese el fin. Antes de que el caos reinase en la sala, Wendalin tomó de nuevo la palabra:
- Sé lo que ronda vuestras cabezas- dijo la reina/rey hormiga- pero no habéis de temer. Verteré mi simiente en la niña más guapa del mundo y ella se convertirá, sin saberlo, en la siguiente reina madre. Ella llevará nuestro hormiguero a los confines más recónditos del mundo. Ahora, ¡¡ admirad mi cambio de sexo !!
Con un gesto rápido, dos esbirros retiraron la capa real que cubría su espalda dejando a la vista lo que antes era su cloaca femenina. Ahora era una cloaca masculina. Un murmullo de sorpresa recorrió la sala. Y en pocos segundos las hormigas comenzaron a aplaudir alocadas.
- Yo, Wendalin tercera, reina del hormiguero bajo la higuera me voy a follar a la niña más guapa del mundo- ruido de chasquidos y vítores. Las hormigas se estaban volviendo locas allí abajo- . Es más que seguro que muera del esfuerzo, pero quiero que sepáis que la prole que vendrá será la más pródiga que jamás hayamos tenido, la mejor preparada y una que servirá para que el hormiguero de debajo de la higuera se extienda por todo el mundo. Quiero, queridos súbditos,- dijo la reina/rey entre lágrimas- que me recordéis como la reina que hizo el mayor sacrificio posible y que sepáis que lo hago por todos vosotros, hijos míos. Os quiero- dijo secándose las lágrimas con su pata de Yorkshire.
El alboroto y los vítores eran ensordecedores e inundaban la sala y sin más preámbulo la hormiga reina se introdujo entre las piernas de la niña más guapa del mundo, se incorporó sobre sus patas traseras, posó sus delanteras sobre el abdomen de la niña y arrimó su cloaca a la maravillosa vagina de la niña más guapa del mundo. En cuanto se produjo el primer contacto una corriente eléctrica sacudió el cuerpo de Wendalin que, extasiada, vertió su simiente dentro del vientre de la niña y murió allí en el acto, con las fauces abiertas de par en par en un éxtasis sublime.
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El trapero le había ofrecido bajar a la bodega, allí el calor del eme surtió su efecto y, entre sudores y risas, se desvistieron y empezaron a acariciar y besar. La Niña Mas Guapa del Mundo estaba puestísima, estaba cachondísima y se moría de curiosidad por ver las heridas dejadas por los dardos de Enrique Iglesias. Sin más preámbulos, le bajó los calzones al trapero y este se dejó hacer. Ella se arrodillo y, con su nabo a un palmo de su cara, le hizo girar ciento ochenta grados dejando su culo frente a ella. Allí un tatuaje decoraba sus nalgas :" El rey hormiga ",su nombre artístico, y, bajo este, una serie de heridas de dardo le llenaban toda la parte interna de sus cachetes hasta los huevos. Ella comenzó a besarle las heridas, le cogió el rabo y le metió la lengua en el culo. Sabía hacer su trabajo y el Rey Hormiga se moría de placer. Nunca le habían comido el culo así. Además le dolían las heridas y resultaba la mar de placentera esa mezcla de dolor y placer.
Le penetró sobre una mesa, tendió a la niña más bonita del mundo sobre ella y le metió todos sus cinco centímetros de pene hasta el fondo. El rey hormiga nunca había sentido nada igual. Esa vagina era mágica y no pudo contenerse mucho tiempo. Su orgasmo fue bestial , se corrió dentro. Notó como su semen llenaba toda su vagina. La había colmado. Ella, en cambio, tenía ganas de más. Insatisfecha y cabreada echó al Rey hormiga de la bodega y se quedó allí bebiéndose una botella de vino.
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La cabeza le iba a estallar cuando abrió los ojos. Se había despertado en su Loft de Mónaco. Sentía el cuerpo cansado, el estómago vacío y un vértigo inusual. La noche anterior era una borrosa confusión en su cabeza. Incluso de dos días atrás no se acordaba de nada. Se asomó a su balcón. A lo lejos tenía la playa de Larvotto y la brisa marina le inundaba los pulmones. Le llegó un vago recuerdo de una playa murciana. Entonces sopló el viento de poniente y con él llegó un canto mántrico que ya había escuchado antes. Entonces sintió algo creciendo dentro de ella. El hijo del Rey Hormiga.
Hace mucho tiempo , en un país lejano , comenzó un virus a comerse los rostros de la gente . Nadie sabía cúal era la causa, de dónde venía el virus , ni cúal era la cura . Al poco tiempo el virus mutó y se comió también las manos de la gente . Ante la vergüenza de verse mutilados , los habitantes de aquel lejano país empezaron a confinarse en casa. Temían salir a la calle. Ansiaban que llegase la tan esperada cura que les devolviese manos y caras y mientras tanto escribieron este diario.
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