domingo, 24 de mayo de 2020

Rigaudón

Estoy cansado y contrariado por la deriva que están tomando los acontecimientos.

Harto de malas miradas, de juicios innecesarios, de creerse uno más que el otro, de que si yo tengo la razón y tu no.

En nuestra defensa diré que nuestro baile es temprano, recogidito y despacio todo bien hecho y calculado. Se agarra tanto con la mirada como con las manos mientras se marcan los pasos centenarios. Los ángeles miran y su pueblo baila en este sacro arte del movimiento. Vamos desde el minueto a la Polca de Rigaudon, desde Gigué hasta el gran Vals vienés. El

Pero es acabar nuestra sesión - cuando todavía el aire sigue danzando en círculos con suave y perfecta armonía - para que lleguen los de la  clase de biodanza; esas personas contrahechas, con demasiadas siestas y poca entraña, que de tanto deshilacharse van a desarrollar una escoliosis funcional, que regalan el abrazo al desconocido sin haberle visto los ojos.

Una vez, no me pude contener de la rabía y le pregunte al que se llama así mismo Maestro, ¿Quien es vuestro Bach? Me dijo: la luna y el sol.

¿La luna y el sol?

Imperio!
Imperio!
Bach e Imperio, le respondí.

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