Me dice Nacho que ya no escribo en el blog. Y es verdad. Y no es porque no tenga nada que escribir, al contrario; es más bien mi inseguridad por que otros lean las cosas que tengo en la cabeza. Así que según he leído la propuesta-ish ha sido como "va, voy a escribir algo antes de que me arrepienta".
En resumidas cuentas, la desconexión social-terrenal me está llevando a una reconexión individual-espiritual difícil de describir. Es difícil de describir por varios motivos, y uno de ellos es que no puedo compartir cosas que no puedo nombrar porque no hay palabras que lo designen. Así que esto va a ser como pintar un delicado colibrí a brochazos, con la esperanza de que bajo los brochazos se descubra el colibrí:
Creo que anoche tuve visiones de una vida anterior. Así. Flipas. Yo al menos si flipé. No sé ni si creo en la reencarnación... No fueron exactamente visiones, eran como ráfagas de recuerdos que no pertenecían a esta vida. Eran de otra época, pero bastante cercana. También era una mujer. Fueron sensaciones muy difusas... el recuerdo de sensaciones más bien.
Todo empezó porque yo andaba pensando (atención, se viene parrafada) en la gente que normalmente -sin pandemias mundiales- vive al día: buscando la forma de mantenerse ese día, improvisando para conseguir llegar al siguiente. Un día tras otro. ¿Cómo hacen ahora? No pueden trabajar, no pueden pedir y peor: no pueden salir de casa, de esas casas donde algunos viven hacinados en condiciones que dan ganas de llorar. Algunos tendrán la opción de consguir comida fría de alguna beneficiencia, pero ¿qué pasa con los que no tienen papeles? ¿se atreven a ir? con la policía apatrullando la ciudad y pidiendo la documentación a to quisqui, ¿se arriesgarán a salir a la calle...? Y por otro lado, ¿no les merecería más la pena que les atrapara la policia y les devolvieran a su país? ¿de verdad vivir de esta manera puede ser mejor que lo que dejaron atrás? No puedo ni imaginarme de qué es lo que han huído como para aferrarse con uñas y dientes a quedarse presos y muertos de hambre en un piso patera...
Y pensando todo esto, pensé en la suerte que tenía yo. Disfrutando de la cuartentena, gozando de estar viva sin nada que me distrajera de vivir, permitiéndome el lujo de no preocuparme de nada.(INCISO: Por favor, prueba ésto! Intenta durante unas horas no preocuparte de nada. De nada. Ni de si hay más contagios, ni de qué va a pasar cuando esto termine, ni de aprovechar el tiempo de cuarentena, ni de mantenerse en forma, ni de mantenerse cuerdo, de nada nada nada. Es maravilloso.)
Total, que más allá del agradecimiento intelectual, comprendí que debo tener muy buen karma (y tú también!). Esta afirmación y sus implicaciones son como otra rama del arbol de la que podría sacar cientos de ramificaciones más, pero me voy a morder los dedos y ceñir a la rama principal por la que venía.
El caso es que ese buen karma, o la suerte, o lo que coño sea, me ha brindado la oportunidad de disfrutar unas circunstancias vitales que válgame Dios. Se me caen la bragas. El lugar geográfico, la época histórica, el nivel social, las cualidades mentales y físicas, etc. Y por si no fuera suficientemente deliciosa la vida, ahora viene Mr. Covid a sacarme todas mis obligaciones y responsabilidades. Y ahora es cuando debió de hacerme efecto el tripi que no me había tomado. Se me está brindando la oportunidad perfecta para recorrer el camino de la liberación. Quizá que todo era para esto. Quizá que todo el esfuerzo que evidentemente he debido hacer en vidas pasadas para acumular tan buen karma, cobre sentido ahora porque es cuando debo tomar la decisión más importante. Quizá que esta es la forma de vida más alta a la que pueda aspirar para conseguir liberarme definitivamente (...).
Y en ese momento es cuando tuve un destello de lo que creo que fue una vida pasada. Tengo cierta noción de lo que ví, de lo que sentí más bien. Y la interpretación que he sacado es otra rama del árbol que me está creciendo en la cabeza, y que tampoco voy a seguir. Ya está bien de utilizar un blog público como si fuera un diario privado.
Si alguien ha leido hasta aquí y se pregunta "¿qué cojones...?" Eh, compartir esto es mi manera de sujetar el arbol a la tierra, mi forma de enraizarme. Sigo en el mundo de las formas, pero mi sangre genera LSD. Cambiando de tema: ¿habéis escuchado lo de que con la meditación mundial de hace un par de días la resonancia Schumann había aumentado a nosecuánto?
Hace mucho tiempo , en un país lejano , comenzó un virus a comerse los rostros de la gente . Nadie sabía cúal era la causa, de dónde venía el virus , ni cúal era la cura . Al poco tiempo el virus mutó y se comió también las manos de la gente . Ante la vergüenza de verse mutilados , los habitantes de aquel lejano país empezaron a confinarse en casa. Temían salir a la calle. Ansiaban que llegase la tan esperada cura que les devolviese manos y caras y mientras tanto escribieron este diario.
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