El hijo de puta del perro negro.
Horario: entre 13:00 y 14:00
WOOF! WOOF! WOOF! WOOF! Toca abrir la ventana otra vez para
que se metan Kahlo y Polly. El perro negro cumple con su rutina. Nemo, Diego
Rivera y Garfield buscan refugio en la iglesia. No si el perro negro podría
contra los 5 gatos. Lo dudo. Son albaicineros, de toda la vida. Sé que mientras todo esto pasa el vecino está
fumando al lado del Ábaco. WOOF! WOOF! WOOF! Dice que lo está entrenando, que no pasa nada, a
pesar de tener la correa en su mano. Y si no, usa el collar eléctrico para perros.
Hijo de puta. Así todos los días.
La loca de la ventana.
Horario: entre 16:30 y 18:00.
Con su móvil, por la ventana, adentro de su casa. Parece que
se ha cansado de estar dentro y ahora sale. Grita y grita. ¿Con quién hablará? Siempre
de mal humor. Todos los días. Hoy incluso llegué a escuchar a la persona que
estaba al otro lado de la llamada. Si la escucho yo, no me quiero imaginar sus
vecinos. Así todos los días.
Jesús el esquizofrénico (“esquizo” para los del barrio).
Horario: entre 1:00 y 1:30.
Concierto nocturno desde la ventana. Hace dos días decidió adelantarse una hora y saludar a sus fans desde
donde caminamos los mortales: la calle, al pie del alminar, con un cuchillo. La
noble vecina domadora de esquizofrénicos logro convencerlo de subir a casa y
callarse justo antes de que llegara la policía. Desde ese día no lo escucho. Habrá vuelto a las pastillas mágicas. Así todas las noches... menos las últimas dos.
Día 41. ¿Cuál será mi horario en unos días?
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