El otro día vi "Matrix". Hace poco leí " La insoportable levedad del ser ". Ambos versan, en cierto modo, de lo mismo: como las decisiones, en apariencia más irrelevantes, nos guían paso a paso hacia nuestro destino, hacia nuestra realidad. Y como, a la vez, esa realidad es sumamente subjetiva.
Igualmente, la necesidad de volver a atrás, de cuestionarse nuestras decisiones, se plantea imperativa a la par que fútil. De que nos sirve plantearnos por qué tomamos cierta decisión si no va a cambiar nada en nuestra realidad. En cierto modo esto nos lleva al pragmatismo más absoluto. Hay que hacer cosas, hay que hacerlas bien. No hay que cuestionarse por qué las hacemos sino, mas bien, para qué.
Hace mucho tiempo , en un país lejano , comenzó un virus a comerse los rostros de la gente . Nadie sabía cúal era la causa, de dónde venía el virus , ni cúal era la cura . Al poco tiempo el virus mutó y se comió también las manos de la gente . Ante la vergüenza de verse mutilados , los habitantes de aquel lejano país empezaron a confinarse en casa. Temían salir a la calle. Ansiaban que llegase la tan esperada cura que les devolviese manos y caras y mientras tanto escribieron este diario.
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